jueves, 16 de mayo de 2013

POSIBLE ASIMILACION DE LOS HUMANOIDES DEL CASO TORRENT (1965) A MODELOS MITICOS PERSISTENTES EN EL IMAGINARIO SOCIAL DE CORRIENTES

Andrés Salvador 

los monstruos (definidos por Bruno Roy en Aspectos de la marginalidad en la Edad Media, pág. 71, como los extraterrestres de la Edad Media)… 

Jacques Le Goff, Lo maravilloso y lo cotidiano en el Occidente medieval
En enero de 1965[1] en Estación Torrent,  localidad ubicada en el Departamento General Alvear de la Provincia de Corrientes (Argentina) se habría producido un incidente con criaturas humanoides que tiene una importante repercusión en los medios[2] y la literatura sobre el fenómeno OVNI[3].

La posterior investigación de Roberto Banchs permite establecer una sustantiva discrepancia entre la experiencia  de los testigos y la información sobre esta. Con la finalidad de aportar elementos que contribuyan a explicar esta diferencia, lo que nos proponemos aquí es examinar la posible asimilación de estos humanoides a modelos míticos persistentes en el imaginario social de Corrientes, en la construcción del relato del encuentro.

Los hechos de Torrent. Existen distintas versiones de los hechos de Torrent, dos de las cuales se encuentran en el libro de Antonio Ribera, América y los OVNIS (1974), de donde tomamos a título de ilustración, la presentada originalmente en el boletín de la Comisión Observadora de Objetos Voladores No Identificados (CODOVNI) de Buenos Aires[4], cuyo corresponsal en Corrientes, Rialto Flores, habría conversado con  Carlos Souriou, hermano de uno de los protagonistas:
“Este es el relato del señor Souriou: esa noche su hermano mayor y algunos peones salieron a cazar tatú y al regresar a la casa vieron unos bultos en la oscuridad, eran bultos bajos, de medio metro, más o menos, por lo que un peón le dijo a su hermano: "son enanitos, patroncitos, vamos a atropellarles a machete", y sacando su machete intentó atacar a los "enanos". En ese momento ocurrió algo raro, el peón quedó con el brazo derecho paralizado y los "enanos" se agrandaron hasta 2.50 metros o menos de alto, entonces su hermano les hizo un disparo con un rifle automático calibre 22 que llevaba consigo, y aquí ocurrió otro misterio, no salió ningún tiro a pesar de que el rifle jamás había fallado. Dice que cambiaba la bala de la recámara y tampoco salía; al verse indefensos huyeron hacia la casa y se encerraron. Otro misterio: de fuera entraba una luz a través de las paredes de madera, iluminaba todo, su hermano menor casi quedó loco de miedo, le daba ataque de nervios y le tapaban con cajas, etcétera, para que no viera la luz. Después de un rato y creyendo que se habían ido los "bichos" como decían los peones, su hermano salió para poner en marcha la camioneta que tenían frente a la casa, no vio a nadie y al llegar al coche le rodearon los hombres sin que se explique de dónde salieron. Su hermano corrió hacia la casa seguido por esos seres y los peones al oír el tropel que venía y pensando que eran los "bichos" cerraron las puertas dejándolo fuera, éste gritó y los peones abrieron la puerta en momentos en que le alcanzaron los hombres y uno de ellos le pasó la mano por la barriga y la cintura cuando él saltó adentro y volvieron a encerrarse. Después de un largo rato salieron de nuevo, los peones se acostaron boca abajo en la camioneta y se fueron a otro campo que poseen en las cercanías. Como los peones no querían ir más al campo tuvieron que trasladarlos a otro campo y a uno despedirlo porque era demasiado el miedo que tenía. Cuando estaban encerrados, los peones ofrecían cada cual más paquetes de velas a los santos. Agregó Souriou que a lo mejor los gigantes estaban al principio acostados o sentados, por eso parecían bajos y después se habrán levantado. Lo mismo los ojos, él no asegura, dice a lo mejor eran reflectores[5]. Hay que tener en cuenta que se burlaron mucho de ellos. Dice que contar no es nada, había que ver esos instantes horribles que pasaron. En ningún momento vieron aparato alguno. La mano que le tocó a uno no era como la nuestra, parecía de pelos o algo así, no sabe explicar." (Ribera, 1974: 85-87).
La encuesta de Roberto Banchs. En un artículo publicado bajo el título Torrent, Cts.: Estuvieron los Marcianos, Roberto Banchs (2012) presenta los resultados de una investigación del caso hecha en 1992, que lo llevó al lugar de los hechos así como a  entrevistar a Luis Héctor Souriau,  testigo del caso y a Carlos Souriau, presunta fuente de la información de Flores [6]. De la misma surge el contraste entre la información difundida en torno al asunto y el testimonio de sus protagonistas:

“El episodio de Torrent nos alerta, también, acerca del manejo poco estricto de la información y del modo en que se propalan los rumores. Justamente, a partir de la percepción de unas luces y bultos a distancia, y del comentario que de ellos se hicieron en un apartado pueblo rural[7], y de los cuales abrevó un diario de la región[8]. Sin cerciorarse o acreditar los dichos. Logrado el asombro de aquellos lectores, los retoños irían a extenderse por el mundo (…) son tan pobres los datos registrados por los testigos, que apenas puede suponerse lo que describen: bultos, y luces inciertas a la distancia, en la espesura boscosa que rodea una laguna. En el interior de la casa, unas asustadas personas sabidas que -por aquella época- los platos voladores aparecían por todas partes” (Banchs, 2012).

La construcción social de lo real en el caso Torrent. Los resultados de la investigación de Banchs nos llevan a preguntar si la discrepancia entre la información difundida y los testimonios por el obtenidos hace necesario, en función que la realidad se construye socialmente, que se deba atender a la teoría mitológica del cosmos (Berger y Luckmann, 2011: 216) que la construcción del relato[9] del caso Torrent podría tener como matriz.

Si como afirman Julio Cesar Espinola y Luis G. Acosta Rivellini: “La sociedad correntina tuvo (y aún exhibe) todos los rasgos de las sociedades tradicionales. En el plano de la estatificación social, en la preservación de valores de fuerte tradición histórica y en los rasgos de una cultura con características de singularidad inconfundible” (Espinola-Acosta Rivellini, 1993: 190), es posible que estemos frente a un proceso propio de las sociedades tradicionales por el cual, según explica Mircea Eliade, debido a que en estas la memoria popular difícilmente retiene acontecimientos individuales y figuras auténticas, se reducen los acontecimientos a categorías y los individuos a  arquetipos, de modo que: “El personaje histórico es asimilado a su modelo mítico (héroe, etc.), mientras que el acontecimiento se incluye en la categoría de las acciones míticas (lucha contra el monstruo, hermanos enemigos, etc.)” (Eliade, 1985: 46).

Desde luego que la idea de asimilación en los términos de Eliade no deja de ser problemática ya que en la construcción del relato del caso Torrent concurren otros factores como el de la incidencia del proceso de secularización propio de la transición de una sociedad tradicional a una moderna (Germani, 1979: 89-168) y la irrupción en un medio rural de elementos típicos de la vida urbana (Recasens Siches, 1958: 442-450) y sus consecuentes resistencias y conflictos (Germani, 1979: 144-149). Así en el caso, se advierte cierto conocimiento del fenómeno OVNI (Ribera, 1974: 84).

Humanoides y modelos míticos. El fondo mitológico de Corrientes resulta, siguiendo a Alfredo Vara, de un proceso de sincretismo, de las viejas creencias animistas guaraníes con las creencias cristianas con: “fuertes componentes animistas subyacentes y una multitud de creencias medievales europeas, muy ligadas a la vida cotidiana y la naturaleza” que resulta “en una anónima construcción espiritual colectiva que se constituyó en la religiosidad popular campesina de los siglos XVII, XVIII, XIX y XX en buena parte de la región de la Cuenca del Plata” (Vara, 1985: 28).

Es a este fondo que debemos atender al examinar, en la construcción del relato del caso, la posible asimilación de los humanoides, identificados con “marcianos” (Ribera, 1974: 84)[10] en lo que podría entenderse como un enmascaramiento de una figura mítica[11], a modelos míticos persistentes[12]  en el imaginario social (Castoriadis, 2007) de Corrientes que aquel fondo informa.

Para ello señalaremos aquí, aquellos isomorfismos que es posible establecer entre los humanoides y figuras míticas como el Pombero, el Yasy Yateré, el Curupí y la Pora[13]. En esto nos serviremos de una de las tricotomías del signo propuestas por Charles S. Pierce conforme lo usa Martha Blache en su insustituible libro Estructuras del Miedo – Narrativas Folklóricas Guaraníticas  (1982: 44) [14]:

1.     Nivel Icónico = como se percibe sensorialmente a la figura mítica: CT: Inicialmente los humanoides son percibidos como “bultos bajos”, “enanos” de medio metro, más o menos, pero que posteriormente se agrandan hasta 2.50 metros o menos de alto, la mano “no era como la nuestra, parecía de pelos o algo así”.  FM: El Pombero es generalmente pequeño y peludo pero en ocasiones se lo describe alto y a veces son percibidos como un bulto (Blache, 1982: 51); el Yasy Yateré es un ser pequeño (Blache, 1982: 64); el Curupí es un ser pequeñito (Blache, 1982: 76); la Pora es descripta como un bulto (Blache, 1982: 85).

2.     Nivel indicial = como expresa su actuar: CT: En presencia de los humanoides, el brazo del peón que intenta agredirlos con un machete se paraliza, el rifle con el que se dispara sobre ellos falla, están asociados a “una luz (que) a través de las paredes de madera, iluminaba todo”, persiguen e intentan atrapar a uno de los testigos. FM: El Pombero puede tener un comportamiento agresivo (Blache, 1982: 53); el Yasy Yateré puede poner en práctica poderes destructivos o aniquiladores (Blache, 1982: 66); el comportamiento agresivo de la Pora es motivado porque el receptor le dispara, y entre las respuestas a ello, la Pora puede perseguirlo e infundirle temor (Blache, 1982: 86).

3.     Nivel simbólico = como la valoriza el informante: CT: Los humanoides producen miedo,  son llamados “bichos” por los peones[15], la mano “no era como la nuestra”. FM: El Pombero presenta formas y características humanas pero a veces es mostrado como un animal, se lo describe como un ser peludo (Blache, 1982: 56); el Yasy Yateré puede ser muy malo (Blache, 1982: 69).

La noche y la caza del tatú En el CT los hechos se producen de noche, “vieron unos bultos en la oscuridad”, precisamente esta es el actante que coadyuva a la percepción del Pombero, también denominado Caraí Phujaré = Señor de la noche (Blache, 1982: 51 y 52). En la oscuridad: “las formas se vuelven confusas e indefinidas (…) tiene connotaciones de quietud y soledad o provoca asociaciones con horas y lugares que reúnen estas características, como el monte, la siesta, los riachos o las cavidades de los árboles. La noche es lo misterioso, es el momento propicio para oir ruidos extraños (…) es muy raro ver al Pombero de día” (Blache, 1982: 52-53). La noche también es el momento coadyudante para percibir a la Pora (Blache, 1982: 85). Aun cuando la siesta es un actante coadyuvante en el caso del Yasy Yateré[16], esta es una voz guaraní que significa “fragmento de luna” (Blache, 1982: 63).

Un dato de no poco interés es el que los protagonistas regresaban de cazar tatú, y esto porque nos remite a la función tutelar del monte y su fauna de ciertas entidades[17] como el Caá Pora, que puede presentarse bajo la forma de una mujer o de un hombre (Perkins Hidalgo, 1987: 18). Escribe Juan B. Ambrosetti: “En Goyaz (…) los indios tienen también su leyenda sobre la Caá-Porá. Cuando encuentran una piara de cerdos silvestres y los exterminan, se les aparece, montado en el último cerdo, el Caá-Porá (…) a cuya vista los matadores quedan idiotizados para toda la vida[18], de modo que se guardan muy bien de acabar las piaras, y siempre dejan algunos vivos. Esta última leyenda es muy sabia, porque trata de poner freno a la destrucción completa de un animal” (Ambrosetti, 1947: 46).

A modo de conclusión. De lo expuesto surge que en una primera aproximación al asunto, es posible establecer en el CT un relativo isomorfismo, en cada uno de los niveles analizados, entre los humanoides identificados como “marcianosy las figuras míticas, probablemente  enmascaradas tras ellos, que persisten como modelos. Pese al carácter problemático de la asimilación, es significativo, a partir de lo expuesto, el interés que para la investigación empírica del relato de un caso, tiene el conocimiento del universo simbólico que lo legitima (Berger y Luckmann, 2011: 229).

Bibliografía

Ambrosetti, Juan B.   1947:
Supersticiones y Leyendas.
Buenos Aires, ed. Pingüino-Lautaro, 1947.

Banchs, Roberto   2012:
Cts.: Estuvieron los Marcianos.

Banchs, Roberto   1994:
Fenómenos aéreos inusuales – Un enfoque biopsicosocial.
Buenos Aires, ed. Leuka, 1994.

Berger, L. Peter y Luckmann, Thomas  2011:
La construcción social de la realidad.
Buenos Aires, ed. Amorrortu, trad. cast. de Silvia Zuleta, 2011.

Blache, Martha   1982:
Estructuras del miedo.
Buenos Aires, ed. Plus Ultra, 1982.

Castoriadis, Cornelius   2007:
La institución imaginaria de la sociedad.
Buenos Aires, ed. Tusquets, trad. cast. de Antoni Vicens y Marco-Aurelio Galmarini, 2007.

Eliade, Mircea   1985:
El mito del eterno retorno.
Barcelona, ed. Planeta-Agostini, trad. cast. de Ricardo Anaya, 1985.

Espinola, J. Cesar y Acosta Rivellini, Luis G.  1993:
Percepciones sobre la realidad política y social de Corrientes.
En Revista de Estudios Regionales, Segunda época, Nº 2, Octubre 1993, pp. 189-205.

Germani, Gino   1979:
Política y sociedad en una época de transición.
Buenos Aires, ed. Paidos, 1979.

Perkins Hidalgo, Guillermo   1987:
Leyendas y supersticiones del Iberá.
en Corrientes entre la leyenda y la tradición, Todo es Historia, Capitulo 7, Buenos Aires, octubre de 1987, pp.14-34.

Recasens Siches, Luis   1958:
Tratado general de sociología.
Mexico, ed. Porrua, 1958.

Ribera, Antonio 1974:
América y los OVNIS.
México, ed. Posada, Serie La Otra Cara - Colección Duda Semanal 95, 1974.

Vara, Alfredo   1985:
Corrientes en el mundo guaranítico.
Todo es Historia, Capitulo 3, Buenos Aires, agosto de 1985.

ANDRÉS SALVADOR Es Abogado y Profesor de Ciencias Jurídicas. Se interesa en el Pensamiento simbólico y en el contexto de su pérdida social y sus consecuencias; asimismo se ha dedicado al estudio de la persistencia del pensamiento mitológico y su relación con el fenómeno OVNI. Es administrador del blog OVNIS en Corrientes  http://ovnisencorrientes.blogspot.com.ar/  que presenta notas e información sobre el fenómeno y su manifestación en el ámbito de esa Provincia. Es responsable del Café Ufológico de Corrientes, miembro de la Acadèmie d'Ufologie de Francia y de la Comisión de Estudio del Fenómeno Ovni de la República Argentina – CEFORA, así como Director Nacional del Capítulo de la Mutual UFO Network – MUFON en Argentina. Está dedicado a la elaboración de un catálogo de los casos registrados documentalmente en la Provincia de Corrientes entre 1947 y 2001.              




[1] Posiblemente entre el viernes 1 y el sábado 2 de enero de 1965, sobre esto véase Banchs, 2012.

[2] La primera información es publicada por el diario El Territorio de Posadas (Misiones – Argentina) del 31 de enero de 1965, luego en Crónica, Matutina, 10 febrero 1965, y Clarín, Buenos Aires, 14 febrero 1965 (Banchs, 2012, en particular notas 1, 3 y 5).

[3] Cf. Aimé Michel et al, Los Humanoides, ed. Pomaire, Barcelona, 1967, trad. cast. de Antonio Ribera, pp. 151-152; Antonio Ribera, OVNIS en Iberoamérica y España, ed. Plaza & Janes, Barcelona, 1980, pp. 134-136; y Brad Steiger, Contactos con Extraterrestres, ed. EDAF, Madrid, 1978, trad. cast. de Rafael Lassaletta, pp. 151-152.

[4] “Informaciones auténticas sobre platos voladores en la República Argentina”, 1965, pp. 1-2 (Banchs, 2012: nota 4);  la otra versión es la publicada por el diario El Territorio citado en nota 2 (Ribera, 1974: 84-85) que aquí solo reproducimos fragmentariamente en notas.

[5] En la versión de El Territorio, se describe a los humanoides “con un solo ojo a la altura de la frente y además con un artefacto ubicado en la cabeza que proyectaba un denso haz de luz” (Ribera, 1974: 84-85).

[6] De la investigación de Banchs (2012) surge que Carlos Souriau no recuerda haber hablado con Rialto Flores.

[7] Según El Territorio: “En Torrent estuvieron los marcianos", así decían algunos vecinos de esa cercana localidad correntina, después de lo ocurrido a un agricultor de la zona. La noticia circuló rápidamente y se formaron ruedos para comentar el caso” (Ribera, 1974: 84).

[8] Sobre esto véase en Banchs (1994), La información periodística, pp. 23-42.

[9] De particular valor las observaciones de Banchs (1994), La triada testigo, estimulo e informe, pp. 100-130.

[10] Ver Banchs (1994), La alegoría marciana en la hipótesis extraterrestre, pp. 43-55.

[11]Sobre este asunto véase también de Eliade, Mito y realidad, ed. Labor, [Colombia], 1994, trad. cast. de Luis Gil, en particular el capítulo IX, Pervivencia del mito y mitos en mascarados, pp. 170-200; sobre la mitología camuflada cf. Eliade, Lo sagrado y lo profano, ed. Labor, Barcelona, 1992, trad. cast. de Luis Gil, ver Lo sacro y lo profano en el mundo moderno, pp. 169-179. De consulta necesaria sobre la relación de la creencia moderna en los OVNIS y sus tripulantes con mitos y materiales legendarios tradicionales, es el libro de Jacques Vallée, Pasaporte a Magonia, ed. Plaza & Janes, Barcelona, 1976, trad. cast. de Antonio Ribera.

[12] Respecto a esta persistencia es de interés AAVV, Leyendas en historietas, Gobierno Provincial, Corrientes, s.f.

[13] En punto a la relación entre secuestros realizados por entidades no humanas, como el Pombero y el Yasi Yateré, y la experiencia de abducción, véase a Juan Acevedo y Néstor Berlanda, Los Extraños, ed. Emecé, Buenos Aires, 2000, pp. 53-54.

[14] Adviértase que aquí solo consideramos una de las versiones del caso Torrent (en adelante CT) así como algunas notas de las figuras míticas (en adelante FM) que presenta Blache.

[15] Para esta remisión de los humanoides a lo animal atiéndase lo señalado, a propósito de la metafórica animal en la antropología clásica, por  Yves Michaud, Violencia y política, ed. Sudamericana, Buenos Aires, 1989, trad. cast. de Cristina Sardoy, pp. 160-161.

[16] Del mayor interés sobre esta figura mítica y su relación con el fenómeno OVNI, es el artículo de Ricardo Mello Vargas, Iasyiatere, en Cuarta Dimensión, nº 9, Mayo de 1974, La etimología guaraní en relación a lo insólito, Nota III, pp. 16-17; también Gustavo Fernández, ¿Dioses cosmonautas en la mitología guaraní?, Norte, Resistencia, miércoles 27 de diciembre de 2000, Textos, p. 24.

[17] Agradezco al Señor Ramón de la Rosa López (79) haberme llamado la atención sobre esta relación.

[18] Según el relato  de Carlos Souriau recogido por Flores, “su hermano menor casi quedó loco de miedo” (Ribera, 1974: 86) y a uno de los peones tuvieron que despedirlo “porque era demasiado el miedo que tenía” (Ribera, 1974: 86).