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Lic. Mónica Simonetti y Dr. Roberto Banchs, junto al testigo Carlos Souriau (der.)
Foto R. Banchs |
El pasado 5 de abril de 2012 publicamos en OVNIS en Corrientes un conjunto de fichas de citas de autores nacionales y extranjeros que presentan referencias relativas al presunto encuentro con criaturas humanoides que habría ocurrido en enero de 1965 en Estación Torrent, localidad ubicada en el Departamento General Alvear de la Provincia de Corrientes en la República Argentina.
En relación a la misma el Dr. Roberto Banchs, reconocido estudioso argentino del fenómeno OVNI cuya reputación en la materia nos exime de mayor presentación, ha tenido a bien enviarnos, el informe de la investigación que realizara sobre el caso asi como algunas imagenes junto a una amable nota que reproducimos a continuación:
"Apreciado Dr. Andrés Salvador:
Tras su respuesta, accedí al
blog de ovnilogía "Ovnis en Corrientes". Le felicito, por la cuidadosa
presentación y contenido. Advertí que incluye en él el caso ocurrido en
Est. Torrent, el cual dispensó mi especial interés hace algunos años. En
su blog introduce una información anterior a la modesta investigación
que realicé y, por ello, adhiriendo a la celebración del caso Arnold y a la Mesa que ha de convocarse mañana sábado, le hago llegar el informe
correspondiente, y algunas imágenes que servirán para ilustrarlo, en la
eventual circunstancia de que deseare mencionarlo durante la jornada, ya
que contiene abundantes elementos acerca del tema que concierne a esta
reunión (el mito moderno, y una mirada desde las ciencias sociales).
Asimismo, agregarlo -o mejor diría-, reemplazarlo en su blog.
Reiterándole el mejor éxito, le saludo muy cordialmente.
Dr. Roberto Banchs"
[Banchs, 2012]
Antes que agregar o reemplazar el
texto que citamos como sugiere su autor, hemos optado por públicar de forma separada el informe de la investigación, asi como las imagenes enviadas como
archivos adjuntos a la nota anterior, que fuera hecha por el Dr. Banchs a quien expresamos nuestro agradecimiento.
Andres Salvador
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Estación Torrent, en el Departamento General Alvear de la Provincia de Corrientes
Dibujo R. Banchs |
"TORRENT, Cts.:
ESTUVIERON LOS MARCIANOS
Roberto Banchs
A principios de 1965 la prensa publicó la noticia de un extraño caso que
tiene por escenario la localidad de Torrent, provincia de Corrientes. Por
entonces se conocieron varias versiones que, si bien coinciden en líneas
generales, no lo están en cuanto a la fecha, a la presunta visualización de
algún artefacto aéreo, y a otros detalles.
Entre las más difundidas, debemos remitimos a la versión de A. Ribera en Platillos Volantes en Iberoamérica y España (1), quien citando al
diario El Territorio de Posadas, el
hecho habría ocurrido a finales de enero; Gordon
Creighton en The Humanoids (2)
señala que la fantasmal experiencia se produjo en la primera semana de febrero;
mientras que el diario Clarín (3),
de Buenos Aires, el incidente se habría producido el 11 de febrero.
La primera información es la publicada por El Territorio, del 31 de enero de 1965, y con el título de “¿Marcianos en Torren?” (NdR: error por Torrent) narra la siguiente:
“En Torren estuvieron los marcianos,
así decían algunos vecinos de esa cercana localidad correntina, después de lo
ocurrido a un agricultor de la zona la noticia circuló rápidamente y se
formaron ruedas para comentar el caso. Algunos lo tomaron en sorna, otros más crédulos
comenzaron a pensar que las aventuras de ficción, no son simples productos de
la imaginación de esa gente desocupada,
que no tiene nada que hacer y se dedica a escribir, según una expresión.
“Lo cierto es que una noche, en momentos en que un agricultor de la zona
(cuyo nombre no hemos podido obtener) se encontraba, en compañía de familiares
y vecinos, dedicado a las tareas de su chacra, ya en horas de la noche, observó
que desde el horizonte se aproximaban a gran velocidad cinco puntos luminosos,
dando cuenta de inmediato a las personas que se encontraban con él. Según los
detalles de la noticia, era una noche oscura, sin luna, lo que impidió que pudieran observar de inmediato, que se
trataban de nada más ni nada menos que de cinco señores marcianos. Los
visitantes siderales habrían descendido
de un extraño aparato y al ver luces en las inmediaciones se aproximaron
con el inocente propósito de observar de qué se trataba.
“De acuerdo a la misma fuente de información -prosigue la crónica periodística-,
los supuestos marcianos, tendrían dos metros de estatura, de cuerpo delgado y
con un solo ojo a la altura de la frente y además con un artefacto ubicado en
la cabeza que proyectaba un denso haz de luz. Ante esta situación uno de los
asombrados terráqueos atinó a introducirse en la casa del poblador, para salir
posteriormente portando un arma con la intención de abrir fuego. Al parecer, un
extraño influjo impidió que pudiera hacerlo, aún cuando el arma se encontraba
cargada y la persona sabía operar con ella.
“Al ver el peligro, los visitantes rodearon al grupo y se apoderaron de uno
de los integrantes, seguramente con el propósito de capturarlo como rehén para
impedir que adoptaran otras medidas de ataque. El terráqueo, presa de pavor,
fue tomado de los brazos, pero ante la demostración de pasividad de los otros,
optaron por soltarlo, para regresar después en el mismo sentido en que habían
llegado, perdiéndose en la espesura de un monte cercano. Según la noticia, que
circuló insistentemente en esa localidad y en Santo Tomé, la persona que fue
tomada por los gigantes, sufrió una rara enfermedad de piel en uno de los
brazos y cuyas causas no han sido establecidas con precisión.
“Aún cuando algunos lógicamente dudan de la veracidad de este hecho, muchos
pobladores de la región insisten en afirmar que en Torren estuvieron los marcianos...”.
Así concluye el artículo. Sin embargo, la citada obra de A. Ribera aporta
otros datos aparecidos en el boletín de la CODOVNI (4). Una compilación de las apariciones
de ovnis en la Argentina
durante 1965 son allí reseñadas bajo el título de “Informaciones auténticas
sobre platos voladores en la República Argentina – 1965”. Habiendo recurrido a
esta fuente para precisar los datos, nos dice:
“El corresponsal de la CODOVNI
en Corrientes, Sr. Rialto Flores,
tuvo la oportunidad de conversar con el Sr. Carlos Souriou (NdR: error, por Souriau), estudiante del 4° año de la Escuela Normal e
hijo del dueño del campo donde fueron vistos los extraños seres. Este es el
relato del Sr. Souriou: esa noche su hermano mayor y algunos peones salieron a
cazar tatú (NdR: tatúes, mulitas o armadillos) y al
regresar a la casa vieron unos bultos en la oscuridad, eran bultos bajos, de
medio metro más o menos, por lo que un peón le dijo a su hermano: son enanitos patroncito, vamos a
atropellarles a machete, y sacando su machete intentó atacar a los enanos. En ese momento ocurrió algo
raro, el peón quedó con el brazo derecho paralizado y los enanos se agrandaron hasta 2,50 metros más o menos
de alto; entonces su hermano les hizo un disparo con un rifle automático
calibre 22 que llevaba consigo, y aquí ocurrió otro misterio, no salió ningún
otro tiro a pesar de que el rifle jamás había fallado. Dice que cambiaba la
bala de la recámara y tampoco salía, al verse indefensos huyeron hacia la casa
y se encerraron. Otro misterio: de afuera entraba una luz a través de las
paredes de madera, iluminaba todo; su hermano menor casi quedó loco de miedo,
le daba ataques de nervios y lo tapaban con cajas, etc., para que no vea la
luz. Después de un rato y creyendo que se habían ido los bichos, como decían los peones, su hermano (NdR: mayor) salió para poner en marcha la camioneta que tenían frente a la
casa, no vio a nadie y al llegar al coche le rodearon los hombres sin que se
explique de dónde salieron. Su hermano corrió hacia la casa seguido por esos
seres y los peones al oír el tropel que venía y pensando que eran los bichos
cerraron la puerta dejándolo afuera, éste gritó y los peones abrieron la puerta
en momentos en que le alcanzaron los hombres y uno de ellos le pasó la mano por
la barriga y la cintura cuando él saltó adentro y volvieron a encerrarse.
Después de un largo rato salieron de nuevo, los peones se acostaron boca abajo
en la camioneta y se fueron a otro campo que poseen en las cercanías. Como los
peones no querían ir más al campo tuvieron que trasladarlos a otro campo y a
uno echarlo porque era demasiado el miedo que tenía. Cuando estaban encerrados,
los peones ofrecían cada cual más paquetes de velas a los santos. Agregó Soriou
que a lo mejor los gigantes estaban al principio acostados o sentados, por eso
parecían bajos y después se habrán levantado. Lo mismo los ojos, él no asegura,
dice a lo mejor eran reflectores. Hay que tener en cuenta que se burlaron mucho
de ellos. Dice que contar no es nada, había que ver esos momentos horribles que
pasaron (NdR: sus hermanos y peones). En ningún
momento vieron aparato alguno. La mano que le tocó a uno no era como la
nuestra, parecía de pelos o algo así, no sabe explicar”.
Estas versiones contrastan con la de Clarín
(“De nuestra agencia”), y Crónica
(5), atribuyendo este último la información a la Agencia Noticiosa
Saporiti y a comentarios de Rodrigo de
Riana, de los que se sirve G. Crighton en la obra antes mencionada.
En efecto, la noticia señala que “una noche de la primera semana de
febrero”, extremadamente oscura, fueron vistos emerger a gran velocidad y
desde el horizonte cinco puntos luminosos. “Poco después -agrega el relato- de
un aparato transparente y muy raro, descendieron cinco presuntos marcianos, de
casi dos metros de altura cada uno, y con un solo ojo ubicado al centro de la
frente. Además -como si fuera poco- con un artefacto ubicado en la cabeza que
irradiaba pequeñas luces de los más variados colores”, dice Crónica Matutina y de un modo muy
parecido Clarín, que no desaprovecha
el espacio para la ironía: “los vecinos recordaron que Carnaval cae este año en
marzo, y que, entonces, los aparecidos no podían haberse escapado de un corso
cercano, por lo que resolvieron alejarse a la carrera”.
“Los marcianos -continúa Crónica- , que ya se habían introducido en una
pequeña finca del lugar ante la expectación y estupor de los vecinos de la
zona, intentaron capturar a uno de los terráqueos. Propósito que no pudo
llevarse a cabo ante la firme actitud del conjunto vecinal, por lo que los extraños visitantes optaron por la
retirada. Luego de regresar en la nave aeroespacial -coinciden estas últimas
fuentes- desaparecieron del lugar en contados segundos, rumbo al infinito”.
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Plano esquemático en planta Caso Torrent - Dibujo R. Banchs |
LA INVESTIGACION
El episodio de Torrent se inscribe -como la mayoría de los encuentros de esa década- entre los más
popularmente conocidos. Esto quizá se deba al modo en que irrumpe el fenómeno
en Sudamérica y a la atención que le brindan los ufólogos europeos a la
producción local. Aún así, la reacción de los potenciales encuestadores de ese tiempo
ha estado ceñida, una vez más, a una pobre indagación -sin llegar al lugar ni a
los testigos- y sí, en cambio, a una prolífica difusión del episodio (vs.:
“Banchs Case Referentes”, de Richard W. Heiden). Tal estado de cosas, nos
impulsó a llevar adelante la presente investigación.
Efectivamente, tras una exploración preliminar, el sondeo nos condujo en
1992 a Torrent, habida cuenta de los datos paupérrimos, confusos y
contradictorios que disponíamos hasta esa fecha.
Torrent es un pequeño poblado de vida rural que pertenece al Partido de
Gral. Alvear, al este de la
Provincia de Corrientes. Se halla a unos 50 Km. al sudoeste
de la localidad de Santo Tomé, y puede accederse a través del ferrocarril, de
un único tren de pasajeros que llega diariamente a la antigua estación Juan E.
Torrent (FCGU.), o bien, recorriendo unos 10 Km. por camino de tierra desde la
ruta nacional 14, que corre paralela al río Uruguay.
Ingresando por ese camino polvoriento desde la ruta, a unos 3,5 Km. se
llega al campo de los Souriau, un predio de unas 100 Ha que pertenece en la
actualidad a unos entrerrianos. Su aspecto permanece casi inalterable: su mayor
extensión está cubierta de árboles, aunque dejando ver desde su entrada la
vivienda donde se habrían refugiado los testigos, a unos 150 m de aquella. A una
distancia equivalente, o ligeramente superior, hacia el sud-sudeste
transponiendo cierta espesura boscosa se halla una tapera, en torno a la cual se
habrían estado moviendo los bichos o marcianos, como se los llamó. Frente a
la ruinosa construcción de madera, a unos 100-150 m más al sur se encuentra
la orilla de una enorme laguna utilizada para riego y cultivo de arroz.
Este es el escenario, el marco geográfico donde se desarrolló la
fantasmagórica historia. La misma que ha venido a engrosar el rico repertorio
de los fenómenos inusuales en la Argentina y que recorrieron el mundo.
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Carlos Souriau - Foto R. Banchs |
LAS ENCUESTAS
Hace años que la familia Souriau dejó de vivir en Torrent. De modo que
debimos localizar al mayor de los hermanos, uno de los principales
protagonistas, en Santo Tomé. Allí Luis
Héctor Lucho Souriau reside y
trabaja en una carnicería de su propiedad cercana a la terminal de ómnibus. Con
sorpresa y algo dubitativo ante el motivo de nuestra presencia, accede por
primera vez a ser encuestado en relación al episodio de Torrent. Caviloso,
inicia el diálogo afirmando tibiamente que “esa noche no estaba ahí”, pero a
medida en que transcurría nuestra conversación parecía adquirir cierta
confianza y concluye reconociendo haber sido testigo de aquel evento: “La
verdad, verdad: la mentira, mentira”, nos dice.
“Fue un gran susto. No estoy seguro de lo que en realidad se vio, pero algo
se vio. Fue por la noche, pongámosle... media noche, porque a esas horas es
cuando se cazan tatúes. Éramos jóvenes, yo tenía 24 años y mi hermano menor, Mario Alejandro, unos 6 o 7 años... él
tuvo mucho susto. Se hallaban también 4 o 5 peones, cuyos nombres no recuerdo,
estaban ahí ocasionalmente: gente crédula, supersticiosa, sugestionable. Sí
recuerdo que uno de ellos, especialmente, quedó muy impresionado y habrá
hablado allá en el pueblo. Lo mismo le habría ocurrido a mi otro hermano, Carlos (de 17 años), porque es el que
siguió, a pesar de que no estaba.
“Me encontraba cazando tatúes, cuando de pronto veo unos bultos bajitos, de
un metro o poco más, con cabeza grande y una luz en la cabeza. Se hallaban a
unos 30, 50 o 100 m,
100 metros,
aunque no podía determinarlo, porque en el campo y de noche podría ser
cualquier distancia. Sale un peón que alerta a los demás (que estaban en la
casa), y todos ven esos bultos, eran varios enanos, no podría precisar cuántos.
Los peones se meten dentro de la casa, vuelven a salir, vuelven a verlos y se
meten en la casa y nada más.
“No se vieron platos voladores. Tampoco se registraron huellas, nada
quemado. No es cierto eso del machete del peón, (NdR: según una de las versiones, un peón quiso atropellarles a machetazos, quedando con el brazo paralizado); tal
vez empleó esa expresión, pero nada más. Esa versión es demasiado florida... Es
un cuento al que le pusieron letra, y hubo quien le puso música.
“La observación habrá durado 2, 3 o quizá 5 minutos. Tiempo en que vimos
esos bultos bajitos moviéndose en la oscuridad. Fue mucho menos espectacular de
lo que se publicó. Mi hermano Mario Alejandro era muy chico como para recordar
lo sucedido, y mis hermanos Juan Pablo
y Carlos, así como mi padre, Pablo,
no estaban presentes. Ellos se hallaban en otro campo de su propiedad. En
cuanto a los peones, se trataba de gente de paso o vecinos, mayores, que se
han ido y otros han muerto. Pero les repito: esto es lo que ha ocurrido. Ahora,
quizá mi hermano Carlos recuerde algo más, ya que parece que él siguió con la
cuestión, pero vive en Posadas (Provincia de Misiones)”.
Y nos fuimos a Posadas, a continuar la investigación. Allí localizamos a Carlos Souriau, dueño de un depósito de
verduras y hortalizas. Un hombre amable, distendido, que gusta alternar sus
horas de trabajo junto a sus amigos y su guitarra.
Bien dispuesto a la entrevista, afirma: “Yo no estuve presente ahí, pero mi
hermano mayor me contó de eso a los 4 o 5 días, o tal vez más; me hallaba en
otro campo a 15 Km., entrando para Torrent. Recuerdo haberme comentado que vio
luces de varios colores, eso sí, pero que bajaban o cosa así, no. Como en esa
época estaba ese furor de los platos voladores, entonces acá se imaginan... De
que vieron luces, vieron; ahora, de que había un aparato, ¡puede ser cualquier
cosa! El episodio se recordó durante algunos años, y después quedó sin efecto,
porque aparecían por todos lados, y quedó como uno más. Ya fue común ver esas
cosas.
“Si acá hay que hacer un relato claro y sencillo, es que se vieron luces,
tras las cuales advirtieron a esos seres, que primero se creyó eran bajos y
luego resultaron altos, porque si alguien está en el campo y ve unas luces, no
sabe si están a 100, 200 o 500
metros. Se les veía una sola luz, como si estuviese en
el centro, en medio de la frente. Pero si usted mira una luz por la noche, no
sabe si es alta, baja o qué y usted se acerca y va cambiando. Pudo haber tenido
luces en medio de la cintura, como haberlas tenido arriba, y cambian; de ahí se
estimó la altura que tendría esta gente, por las luces, pero el campo engaña...
“Todo por acá hay árboles, todo en esta zona los hay. Y bueno, por acá
habrán andado ellos, y pudieron entrar a esa vivienda abandonada, que es una
tapera con rancho que estaba deshabitada (NdR: la tapera se encuentra a unos 150-200 m de la vivienda); puede que esa haya sido
la impresión que tuvieron, al menos es lo que contaron los peones y mi hermano,
quienes en esos momentos andaban cazando tatúes, recorriendo el campo. Puede
ser, porque del fondo, cerca de la tapera -una casa vacía-, de ahí salían esas
luces, en esa dirección. Lo que pasa es que en el campo usted mira y cree ver
una luz de noche a 100 m,
pero puede estar a 300 m.
La precisión cuando hay mucha oscuridad -como esa noche- no se puede alcanzar.
Pudo haber una mala interpretación de que entraron a la casa donde estaba la
gente (NdR: ahora se refiere a los testigos),
pero lo que recuerdo es que todo ocurrió a distancia. No ocurrió ahí en la casa
donde estaban las personas, sino que las luces se veían de lejos.
“Y bueno, dijeron que la luz era fuerte, por ahí vieron. Porque quien sabe,
hay mucha gente en el campo, y ahí en el fondo... ¿qué la luz entró por la
paredes? (NdR: indicándole una versión periodística),
la tapera tiene tablas, que a veces no las tiene juntas y se ve la claridad.
Hasta la claridad de la Luna
se ve, de noche. O un auto que viene y enfoca, parece que está dentro de la
casa, y en realidad es la claridad que entra en la casa.
En relación a la presunta tentativa de los testigos por repeler la invasión
con sus armas, Carlos Souriau manifiesta: “De eso no me acuerdo tanto, pero si
alguna vez lo he dicho, es porque he repetido lo que en esa ocasión me han
contado. En cuanto a la carabina, ¡del susto habrá quedado trabada!, o creyó
que cargó el arma y no cargó nada, y apretó el gatillo de la escopeta o
carabina y no salió nada porque simplemente no estaba cargada, por el susto”,
especula Carlos. “Muchas veces uno cree que hace las cosas como corresponde, y
no lo hace”, reflexiona. Refiriéndose al propósito de un peón por
“atropellarles a machete”, vuelve a coincidir con su hermano Luis Héctor: “Eso
es algo que habría dicho algún peón a modo de decir. Es gente capaz de
enfrentarse con algo que conocen, un animal suelto o algo así, pero si no lo
conocen van a salir corriendo. Si hoy en día ven un ala delta, es posible que
la confundan con un pájaro grande, y como lo desconocen, se asusten y no lo
enfrenten.
“Los peones eran personas mayores, que ya no están. Era un grupo. En el
campo se reúne por la noche, a veces vienen vecinos... En esa oportunidad se
encontraban mi hermano mayor Luis y el menor, Mario Alejandro. Este último se
habrá pegado un gran susto, aunque el recuerdo lo tendrá más apagado. También
uno de esos peones había quedado con mucho miedo, y haya ido a otro campo,
quizá del vecino, por ahí.
“La observación duró un instante, uno o dos minutos. Más no puede ser. Fue
una cosa rápida, de acuerdo a lo que me han contado. Por eso le digo: yo no
estaba presente allí, pero como era una opinión colectiva, de buena fuente
-porque viene de mi hermano y de toda esa gente que vio-, la tomo como
verdadera, como cierta. Muy distinto es el caso de una sola persona que vio un
plato volador, un ovni, que bajó y no se sabe del estado psicofísico, anímico,
cómo está... pienso yo.
“La cosa fue muy sencilla, según me contaron. El relato de R. Flores es demasiado floreado (NdR: florido). Quizá alguna persona habló conmigo y le pasó los datos, le dio
mi nombre; no recuerdo haber hablado con él. No se cómo trascendió el asunto...
habrán ido al pueblo y comentado a un corresponsal del diario -se interroga
Carlos-, pero nunca he visto la publicación, sólo me enteré por rumores. Porque
antes no se acostumbraba a leer los diarios. Llegaba muy poco por ahí; el
diario llegaba un día atrasado. Y la gente del pueblo es muy distinta a la de
ciudad”. Hablando con pausa y sosteniendo ahora una serie de recortes de prensa
que le exhibimos, agrega: “Acá cambia mucho el asunto, en estos escritos, hay
palabras que son fruto de los escritores. Nadie vio platos voladores, o algo
volando; eran luces bajas tipo faritos lo que vieron; roce con esta gente no
hubo, con las supuestas personas o seres. No hubo roce, no hubo nada (NdR: la versión de Rialto Flores, corresponsal de la CODOVNI en Corrientes, le
atribuye a Carlos Souriau tales declaraciones). Tampoco escuché hablar de que
un peón haya sufrido quemaduras, porque la luz se veía a lo lejos. Todo ocurrió
a distancia”.
CONSIDERACIONES FINALES
La espectacularidad de los relatos iniciales, aun contradictorios,
despertaron durante años la curiosidad de los ufófilos, creyendo encontrar en ellos una prueba más de la postrera
realidad del fenómeno. Sin embargo, esta investigación ha permitido poner
nuevamente en jaque a los opositores de las encuestas de casos antiguos, para
demostrar -al menos- la necesidad de practicarlas con el fin de evitar que se
continúen promulgando tantas estupideces con viso de realidad. Es que sólo
quienes tratan con ligereza o con oscuros propósitos pueden considerar
inmerecida la investigación y reinvestigación de tales eventos, y en
particular, aquellos de alta extrañeza. Sólo los mediocres y alucinados pueden
pretender evitar correr el velo al misterio, como si fuere la profanación de
una cosa sagrada, postulando su irrelevancia en el tratamiento del problema y
relativizando su validez por el paso del tiempo. Ese mismo tiempo que fortalece
los mitos, en ausencia de una investigación racional y directa en el lugar
donde se habrían producido los hechos, o sembrado una fábula.
El episodio de Torrent nos alerta, también, acerca del manejo poco estricto
de la información y del modo en que se propalan los rumores. Justamente, a
partir de la percepción de unas luces y bultos a distancia, y del comentario
que de ellos se hicieron en un apartado pueblo rural, y de los cuales abrevó un
diario de la región. Sin cerciorarse o acreditar los dichos. Logrado el asombro
de aquellos lectores, los retoños irían a extenderse por el mundo.
¿Qué es lo que vieron los hermanos Souriau, y los peones? Acaso podría especularse
en seres galácticos, o en cazadores furtivos... Pero son tan pobres los datos
registrados por los testigos, que apenas puede suponerse lo que describen: bultos, y luces inciertas a la distancia, en
la espesura boscosa que rodea una laguna. En el interior de la casa, unas
asustadas personas sabidas que -por aquella época- los platos voladores
aparecían por todas partes.
En cuanto a la fecha en que se produjo la observación, los Souriau no han
podido precisarla. Sin embargo, el único indicio posible -sujetos a una duda
razonable-, la hallamos en El Territorio,
de Posadas, Mis., del 31 de enero de 1965 (el primer medio que difundió la noticia),
cuando señala que “era una noche oscura, sin luna”. De ser así, la fecha
inmediata anterior a la publicación “sin luna” (Luna Nueva), está comprendida
entre el viernes 1 y el sábado 2 de enero de 1965. Esta fase lunar abarcó el
primer día del año, y mitad del segundo día.
Un breve comentario sobre los Souriau. La poca grata sorpresa de Héctor al
ser descubierto como testigo y la
renuencia inicial por comentar su experiencia de joven, mostrando solapadamente
cierto enojo con su hermano Carlos por la infidencia
cometida en aquella época, habla a las claras de su intento de evitar toda
publicidad. Respecto a Carlos, su carácter comunicativo no impide la prudencia
y su actitud desmitificadora. Aún cuando dice: “(A la observación) la tomo como
verdadera, como cierta”. Más allá de lo que haya sido.
REFERENCIAS
(1) Ribera,
Antonio. Platillos volantes en
lberoamérica y España. Pomaire, Barcelona, 1968, ps. 142/143; citando a El Territorio, Posadas, 31 enero 1965.
(2) Creighton,
Gordon W. en: The Hmnanoids (Charles Bowen, ed.). Neville Spearman,
London, 1969, ps. 109/110; citando a Crónica
Matutina, 10 febrero 1965.
(3) Clarín,
Buenos Aires, 14 febrero 1965.
(4) CODOVNI (Comisión Observadora de Objetos Voladores No
Identificados). Buenos Aires. “Informaciones auténticas sobre platos voladores
en la República
Argentina”, 1965, ps. 1-2.
(5) Crónica, Matutina, Buenos Aires, l0 febrero
1965."
[Banchs, 2012].
Bibliografía
Banchs, Roberto E. 2012:
Comunicación personal del autor a Andrés Salvador.
Date: Fri, 22 Jun 2012 18:50:39 -0300
Original en poder del autor.