Andrés Salvador
los
monstruos (definidos por Bruno Roy en Aspectos
de la marginalidad en la Edad Media, pág. 71, como los extraterrestres de
la Edad Media)…
Jacques Le Goff, Lo
maravilloso y lo cotidiano en el Occidente medieval
En enero de 1965[1] en Estación Torrent, localidad ubicada en el Departamento General
Alvear de la Provincia de Corrientes (Argentina) se habría producido un
incidente con criaturas humanoides que tiene una importante repercusión en los
medios[2] y la literatura sobre el
fenómeno OVNI[3].
La posterior investigación de Roberto Banchs permite
establecer una sustantiva discrepancia entre la experiencia de los testigos y la información sobre esta.
Con la finalidad de aportar elementos que contribuyan a explicar esta
diferencia, lo que nos proponemos aquí es examinar la posible asimilación de estos humanoides a
modelos míticos persistentes en el imaginario
social de Corrientes, en la construcción del relato del encuentro.
Los
hechos de Torrent. Existen distintas versiones de los hechos
de Torrent, dos de las cuales se encuentran en el libro de Antonio Ribera, América y los OVNIS (1974), de donde
tomamos a título de ilustración, la presentada originalmente en el boletín de la
Comisión Observadora de Objetos Voladores
No Identificados (CODOVNI) de Buenos Aires[4], cuyo corresponsal en
Corrientes, Rialto Flores, habría conversado con Carlos Souriou, hermano de uno de los
protagonistas:
“Este es el relato del señor Souriou: esa noche su hermano mayor y algunos peones salieron a cazar tatú y al regresar a la casa vieron unos bultos en la oscuridad, eran bultos bajos, de medio metro, más o menos, por lo que un peón le dijo a su hermano: "son enanitos, patroncitos, vamos a atropellarles a machete", y sacando su machete intentó atacar a los "enanos". En ese momento ocurrió algo raro, el peón quedó con el brazo derecho paralizado y los "enanos" se agrandaron hasta 2.50 metros o menos de alto, entonces su hermano les hizo un disparo con un rifle automático calibre 22 que llevaba consigo, y aquí ocurrió otro misterio, no salió ningún tiro a pesar de que el rifle jamás había fallado. Dice que cambiaba la bala de la recámara y tampoco salía; al verse indefensos huyeron hacia la casa y se encerraron. Otro misterio: de fuera entraba una luz a través de las paredes de madera, iluminaba todo, su hermano menor casi quedó loco de miedo, le daba ataque de nervios y le tapaban con cajas, etcétera, para que no viera la luz. Después de un rato y creyendo que se habían ido los "bichos" como decían los peones, su hermano salió para poner en marcha la camioneta que tenían frente a la casa, no vio a nadie y al llegar al coche le rodearon los hombres sin que se explique de dónde salieron. Su hermano corrió hacia la casa seguido por esos seres y los peones al oír el tropel que venía y pensando que eran los "bichos" cerraron las puertas dejándolo fuera, éste gritó y los peones abrieron la puerta en momentos en que le alcanzaron los hombres y uno de ellos le pasó la mano por la barriga y la cintura cuando él saltó adentro y volvieron a encerrarse. Después de un largo rato salieron de nuevo, los peones se acostaron boca abajo en la camioneta y se fueron a otro campo que poseen en las cercanías. Como los peones no querían ir más al campo tuvieron que trasladarlos a otro campo y a uno despedirlo porque era demasiado el miedo que tenía. Cuando estaban encerrados, los peones ofrecían cada cual más paquetes de velas a los santos. Agregó Souriou que a lo mejor los gigantes estaban al principio acostados o sentados, por eso parecían bajos y después se habrán levantado. Lo mismo los ojos, él no asegura, dice a lo mejor eran reflectores[5]. Hay que tener en cuenta que se burlaron mucho de ellos. Dice que contar no es nada, había que ver esos instantes horribles que pasaron. En ningún momento vieron aparato alguno. La mano que le tocó a uno no era como la nuestra, parecía de pelos o algo así, no sabe explicar." (Ribera, 1974: 85-87).
La
encuesta de Roberto Banchs. En un artículo publicado bajo el
título Torrent, Cts.: Estuvieron los
Marcianos, Roberto Banchs (2012) presenta los resultados de una
investigación del caso hecha en 1992, que lo llevó al lugar de los hechos así
como a entrevistar a Luis Héctor
Souriau, testigo del caso y a Carlos
Souriau, presunta fuente de la información de Flores [6]. De la misma surge el
contraste entre la información difundida en torno al asunto y el testimonio de
sus protagonistas:
“El episodio de Torrent nos alerta, también, acerca del manejo poco estricto de la información y del modo en que se propalan los rumores. Justamente, a partir de la percepción de unas luces y bultos a distancia, y del comentario que de ellos se hicieron en un apartado pueblo rural[7], y de los cuales abrevó un diario de la región[8]. Sin cerciorarse o acreditar los dichos. Logrado el asombro de aquellos lectores, los retoños irían a extenderse por el mundo (…) son tan pobres los datos registrados por los testigos, que apenas puede suponerse lo que describen: bultos, y luces inciertas a la distancia, en la espesura boscosa que rodea una laguna. En el interior de la casa, unas asustadas personas sabidas que -por aquella época- los platos voladores aparecían por todas partes” (Banchs, 2012).
La construcción social de lo real en el caso Torrent. Los resultados de la investigación de Banchs nos llevan a preguntar si la discrepancia entre la información difundida y los testimonios por el obtenidos hace necesario, en función que la realidad se construye socialmente, que se deba atender a la teoría mitológica del cosmos (Berger y Luckmann, 2011: 216) que la construcción del relato[9] del caso Torrent podría tener como matriz.
Si como afirman Julio Cesar Espinola y Luis G. Acosta
Rivellini: “La sociedad correntina tuvo (y aún exhibe) todos los rasgos de las
sociedades tradicionales. En el plano de la estatificación social, en la
preservación de valores de fuerte tradición histórica y en los rasgos de una
cultura con características de singularidad inconfundible” (Espinola-Acosta
Rivellini, 1993: 190), es posible que estemos frente a un proceso propio de las
sociedades tradicionales por el cual, según explica Mircea Eliade, debido a que
en estas la memoria popular difícilmente retiene acontecimientos individuales y
figuras auténticas, se reducen los acontecimientos a categorías y los individuos a
arquetipos, de modo que: “El
personaje histórico es asimilado a su modelo mítico (héroe, etc.), mientras que
el acontecimiento se incluye en la categoría de las acciones míticas (lucha
contra el monstruo, hermanos enemigos, etc.)” (Eliade, 1985: 46).
Desde luego que la idea de asimilación en los términos de Eliade no deja de ser problemática
ya que en la construcción del relato del caso Torrent concurren otros factores
como el de la incidencia del proceso de secularización
propio de la transición de una sociedad tradicional a una moderna (Germani,
1979: 89-168) y la irrupción en un medio rural de elementos típicos de la vida
urbana (Recasens Siches, 1958: 442-450) y sus consecuentes resistencias y
conflictos (Germani, 1979: 144-149). Así en el caso, se advierte cierto
conocimiento del fenómeno OVNI (Ribera, 1974: 84).
Humanoides
y modelos míticos. El fondo mitológico de Corrientes resulta,
siguiendo a Alfredo Vara, de un proceso de sincretismo, de las viejas creencias
animistas guaraníes con las creencias cristianas con: “fuertes componentes
animistas subyacentes y una multitud de creencias medievales europeas, muy
ligadas a la vida cotidiana y la naturaleza” que resulta “en una anónima
construcción espiritual colectiva que se constituyó en la religiosidad popular
campesina de los siglos XVII, XVIII, XIX y XX en buena parte de la región de la
Cuenca del Plata” (Vara, 1985: 28).
Es a este fondo que debemos atender al examinar, en la
construcción del relato del caso, la posible asimilación de los humanoides, identificados con “marcianos”
(Ribera, 1974: 84)[10] en lo que podría
entenderse como un enmascaramiento de
una figura mítica[11], a
modelos míticos persistentes[12] en el imaginario
social (Castoriadis, 2007) de Corrientes que aquel fondo informa.
Para ello señalaremos aquí, aquellos isomorfismos que es
posible establecer entre los humanoides y figuras míticas como el Pombero, el Yasy
Yateré, el Curupí y la Pora[13]. En
esto nos serviremos de una de las tricotomías del signo propuestas por Charles
S. Pierce conforme lo usa Martha Blache en su insustituible libro Estructuras del Miedo – Narrativas
Folklóricas Guaraníticas (1982: 44) [14]:
1. Nivel
Icónico = como se percibe sensorialmente a la figura mítica: CT: Inicialmente
los humanoides son percibidos como “bultos bajos”, “enanos” de medio metro, más
o menos, pero que posteriormente se agrandan hasta 2.50 metros o menos de
alto, la mano “no era como la nuestra, parecía de pelos o algo así”. FM: El Pombero es generalmente pequeño y peludo
pero en ocasiones se lo describe alto y a veces son percibidos como un bulto
(Blache, 1982: 51); el Yasy Yateré es un ser pequeño (Blache, 1982: 64); el
Curupí es un ser pequeñito (Blache, 1982: 76); la Pora es descripta como un
bulto (Blache, 1982: 85).
2. Nivel
indicial = como expresa su actuar: CT: En presencia de los humanoides, el brazo
del peón que intenta agredirlos con un machete se paraliza, el rifle con el que
se dispara sobre ellos falla, están asociados a “una luz (que) a través de las
paredes de madera, iluminaba todo”, persiguen e intentan atrapar a uno de los
testigos. FM: El Pombero puede tener un comportamiento agresivo (Blache, 1982:
53); el Yasy Yateré puede poner en práctica poderes destructivos o
aniquiladores (Blache, 1982: 66); el comportamiento agresivo de la Pora es motivado
porque el receptor le dispara, y entre las respuestas a ello, la Pora puede perseguirlo
e infundirle temor (Blache, 1982: 86).
3. Nivel
simbólico = como la valoriza el informante: CT: Los humanoides producen miedo, son llamados “bichos” por los peones[15], la mano “no era como la
nuestra”. FM: El Pombero presenta formas y características humanas pero a veces
es mostrado como un animal, se lo describe como un ser peludo (Blache, 1982:
56); el Yasy Yateré puede ser muy malo (Blache, 1982: 69).
La
noche y la caza del tatú En el CT los hechos se producen de noche,
“vieron unos bultos en la oscuridad”, precisamente esta es el actante que coadyuva
a la percepción del Pombero, también denominado Caraí Phujaré = Señor de la
noche (Blache, 1982: 51 y 52). En la oscuridad: “las formas se vuelven
confusas e indefinidas (…) tiene connotaciones de quietud y soledad o provoca
asociaciones con horas y lugares que reúnen estas características, como el
monte, la siesta, los riachos o las cavidades de los árboles. La noche es lo
misterioso, es el momento propicio para oir ruidos extraños (…) es muy raro ver
al Pombero de día” (Blache, 1982: 52-53). La noche también es el momento
coadyudante para percibir a la Pora (Blache, 1982: 85). Aun cuando la siesta es
un actante coadyuvante en el caso del Yasy Yateré[16], esta es una voz guaraní
que significa “fragmento de luna” (Blache, 1982: 63).
Un dato de no poco interés es el que los protagonistas
regresaban de cazar tatú, y esto porque nos remite a la función tutelar del
monte y su fauna de ciertas entidades[17] como el Caá Pora, que
puede presentarse bajo la forma de una mujer o de un hombre (Perkins Hidalgo,
1987: 18). Escribe Juan B. Ambrosetti: “En Goyaz (…) los indios tienen también
su leyenda sobre la Caá-Porá. Cuando encuentran una piara de cerdos silvestres
y los exterminan, se les aparece, montado en el último cerdo, el Caá-Porá (…) a
cuya vista los matadores quedan idiotizados para toda la vida[18], de modo que se guardan
muy bien de acabar las piaras, y siempre dejan algunos vivos. Esta última
leyenda es muy sabia, porque trata de poner freno a la destrucción completa de
un animal” (Ambrosetti, 1947: 46).
A
modo de conclusión. De lo expuesto surge que en una primera
aproximación al asunto, es posible establecer en el CT un relativo isomorfismo,
en cada uno de los niveles analizados, entre los humanoides identificados como
“marcianos” y las figuras míticas,
probablemente enmascaradas tras ellos, que persisten como modelos. Pese al carácter
problemático de la asimilación, es
significativo, a partir de lo expuesto, el interés que para la investigación
empírica del relato de un caso, tiene el conocimiento del universo simbólico que lo legitima (Berger y Luckmann, 2011: 229).
Bibliografía
Ambrosetti, Juan B.
1947:
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y Leyendas.
Buenos Aires, ed. Pingüino-Lautaro, 1947.
Banchs, Roberto
2012:
Cts.:
Estuvieron los Marcianos.
en Investigacióndel Dr. Roberto Banchs a propósito del presunto incidente con criaturashumanoides en la localidad de Torrent en Corrientes (Argentina) en enero de1965, OVNIS en Corrientes, 23 de junio de 2012. http://www.ovnisencorrientes.blogspot.com.ar
- Última visita: 22/1/2013.
Banchs, Roberto
1994:
Fenómenos
aéreos inusuales – Un enfoque biopsicosocial.
Buenos Aires, ed. Leuka, 1994.
Berger, L. Peter y Luckmann, Thomas 2011:
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Buenos Aires, ed. Amorrortu, trad. cast. de Silvia
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Blache, Martha
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Eliade, Mircea
1985:
El
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Espinola, J. Cesar y Acosta Rivellini, Luis G. 1993:
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Germani, Gino
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Recasens Siches, Luis
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general de sociología.
Mexico, ed. Porrua, 1958.
Ribera, Antonio 1974:
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y los OVNIS.
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Semanal 95, 1974.
Vara, Alfredo
1985:
Corrientes
en el mundo guaranítico.
Todo
es Historia, Capitulo 3, Buenos Aires, agosto de 1985.
ANDRÉS SALVADOR Es
Abogado y Profesor de Ciencias Jurídicas. Se interesa en el Pensamiento
simbólico y en el contexto de su pérdida social y sus consecuencias; asimismo
se ha dedicado al estudio de la persistencia del pensamiento mitológico y su
relación con el fenómeno OVNI. Es administrador del blog OVNIS en Corrientes
http://ovnisencorrientes.blogspot.com.ar/ que presenta notas e información sobre el
fenómeno y su manifestación en el ámbito de esa Provincia. Es responsable del Café Ufológico de Corrientes, miembro de
la Acadèmie d'Ufologie de Francia y de
la Comisión de Estudio del Fenómeno Ovni
de la República Argentina – CEFORA, así como Director Nacional del Capítulo
de la Mutual UFO Network – MUFON en
Argentina. Está dedicado a la elaboración de un catálogo de los casos
registrados documentalmente en la Provincia de Corrientes entre 1947 y 2001.
[2] La
primera información es publicada por el diario El Territorio de Posadas (Misiones – Argentina) del 31 de enero de 1965,
luego en Crónica, Matutina, 10
febrero 1965, y Clarín, Buenos Aires,
14 febrero 1965 (Banchs, 2012, en particular notas 1, 3 y 5).
[3]
Cf. Aimé Michel et al, Los
Humanoides, ed. Pomaire, Barcelona, 1967, trad. cast. de Antonio Ribera,
pp. 151-152; Antonio Ribera, OVNIS en Iberoamérica y España, ed.
Plaza & Janes, Barcelona, 1980, pp. 134-136; y Brad Steiger, Contactos con Extraterrestres, ed. EDAF,
Madrid, 1978, trad. cast. de Rafael Lassaletta, pp. 151-152.
[4] “Informaciones
auténticas sobre platos voladores en la República Argentina”, 1965, pp. 1-2
(Banchs, 2012: nota 4); la otra versión
es la publicada por el diario El
Territorio citado en nota 2 (Ribera, 1974: 84-85) que aquí solo
reproducimos fragmentariamente en notas.
[5] En
la versión de El Territorio, se
describe a los humanoides “con un solo ojo a la altura de la frente y además
con un artefacto ubicado en la cabeza que proyectaba un denso haz de luz”
(Ribera, 1974: 84-85).
[6] De
la investigación de Banchs (2012) surge que Carlos Souriau no recuerda haber
hablado con Rialto Flores.
[7] Según
El Territorio: “En Torrent estuvieron
los marcianos", así decían algunos vecinos de esa cercana localidad
correntina, después de lo ocurrido a un agricultor de la zona. La noticia
circuló rápidamente y se formaron ruedos para comentar el caso” (Ribera, 1974:
84).
[9] De
particular valor las observaciones de Banchs (1994), La triada testigo, estimulo e informe, pp. 100-130.
[11]Sobre este asunto véase también de Eliade, Mito y realidad, ed. Labor, [Colombia], 1994, trad. cast. de Luis Gil, en particular el capítulo IX, Pervivencia del mito y mitos en mascarados, pp. 170-200; sobre la mitología camuflada cf. Eliade, Lo sagrado y lo profano, ed. Labor, Barcelona, 1992, trad. cast. de Luis Gil, ver Lo sacro y lo profano en el mundo moderno, pp. 169-179. De consulta necesaria sobre la relación de la creencia moderna en los OVNIS y sus tripulantes con mitos y materiales legendarios tradicionales, es el libro de Jacques Vallée, Pasaporte a Magonia, ed. Plaza & Janes, Barcelona, 1976, trad. cast. de Antonio Ribera.
[12]
Respecto a esta persistencia es de interés AAVV, Leyendas en historietas, Gobierno Provincial, Corrientes, s.f.
[13]
En punto a la relación entre secuestros realizados por entidades no humanas,
como el Pombero y el Yasi Yateré, y la experiencia de abducción, véase a Juan
Acevedo y Néstor Berlanda, Los Extraños,
ed. Emecé, Buenos Aires, 2000, pp. 53-54.
[14]
Adviértase que aquí solo consideramos una de las versiones del caso Torrent (en
adelante CT) así como algunas notas de las figuras
míticas (en adelante FM) que presenta Blache.
[15] Para
esta remisión de los humanoides a lo animal atiéndase lo señalado, a propósito
de la metafórica animal en la antropología clásica, por Yves Michaud, Violencia y política, ed. Sudamericana, Buenos Aires, 1989, trad.
cast. de Cristina Sardoy, pp. 160-161.
[16]
Del mayor interés sobre esta figura mítica y su relación con el fenómeno OVNI,
es el artículo de Ricardo Mello Vargas, Iasyiatere,
en Cuarta Dimensión, nº 9, Mayo de
1974, La etimología guaraní en relación a
lo insólito, Nota III, pp. 16-17; también Gustavo Fernández, ¿Dioses cosmonautas en la mitología guaraní?,
Norte, Resistencia, miércoles 27 de
diciembre de 2000, Textos, p. 24.
[17]
Agradezco al Señor Ramón de la Rosa López (79) haberme llamado la atención
sobre esta relación.
[18] Según
el relato de Carlos Souriau recogido
por Flores, “su hermano menor casi quedó loco de miedo” (Ribera, 1974:
86) y a uno de los peones tuvieron que despedirlo “porque era demasiado el
miedo que tenía” (Ribera, 1974: 86).