Rovere (1941-2014) es uno de los contra-ejemplos que me suelen venir a la mente cuando alguien (especialmente a cuenta de sus prejucios sobre el tema) descalifica a un entusiasta de la ufología como “magufo”, una expresión peyorativa que no ayuda en lo más mínimo a comprender la relación de cierta gente con disciplinas controvertidas; no sólo no ayuda, sino que (al divino botón) encasilla, discrimina y amontona a personas que poseen intereses heterogéneos (...) lo conocí lo suficiente como para decir que fue un tipo generoso, simpático y nada dado a las macanas. Nunca difundió ninguna idea de la que no estuviera íntimamente convencido (...) Como sea: aunque algunos cerebros estrechos sólo atinen a pensar que se trató de “un simple magufo”, nosotros lo vamos a extrañar mucho.
Porque fue, ante todo, un tipo macanudo.
Porque fue, ante todo, un tipo macanudo.